martes, agosto 21, 2007

Hilerno y el hoyo

He investigado más sobre la leyenda de aquel turmódigo que quiso escapar de su mujer y llegar a un mundo mejor.

Después de visitar cientos de bibliotecas y recopilar varias versiones diferentes con el mismo trasfondo, me quedo con la de Anagerifonte de Tilos, por ser la más cercana en el tiempo.

Bastos bosques plagaban la zona entre los Autrigones y los vacceos. Todos se asemejaban al bosque tropical de la zona alta de Egipto. Curioso clima benigno para las tierras de la meseta en la Iberia central. Sus habitantes eran bondadosos y cálidos, como el sol de las mañanas. Por desgracia una temible calamidad ocurrió, aquella zona quedo entera desertizada y sus habitantes fueron desgraciados para siempre.

Cuentan los viejos de estas tierras, la existencia de un joven llamado Hilerno, que quiso escapar de la tiranía y trajo la desgracia a su pueblo.

Hilerno, joven ganadero de aquellas colinas fue casado con bella mujer de sangre más que caliente. Desdichado el pobre hombre por la mandona de su esposa, comenzó a frecuentar la taberna más de lo debido o a pasar largos periodos de tiempo con sus ovejas fuera de casa, ante el temor de una nueva reprimenda de su compañera.

Harta la mujer de las ausencias de su marido, le tendió una emboscada pidiéndole que excavase una buena letrina para los niños que estaban por llegar. Como no era listo ni nada nuestro amigo Hilerno, comenzó a cavar lo más rápido posible para perderse en el oscuro pozo. Su mujer pensaba que al tenerle al lado de casa le podía ver más a menudo, pero le salió mal el plan y al final acababa abroncando al hueco profundo, donde nuestro amigo no podía oir más que susurros.

Un día pasaba por ahí un viejo de otras tierras, y en tono jocoso le dijo: si sigues cavando tan profundo vas a acabar como Aristarco el Revuelto, que encontró el otro lado de la tierra.

Hilerno le preguntó que qué fue del tal Aristarco. El viejo le contó que al llegar al otro lado, él, y todos los hombres de su pueblo desaparecieron como engullidos por la tierra. Quizá en la Estigia, quizá donde los hombres tienen la cabeza en el torso, quien sabe, el caso es que no volvieron.

Intrigado nuestro joven mozo, siguió cavando día y noche, así durante dos años, hasta que un día, dió con el pico en la tierra y se cayó al otro lado. Allí todo era diferente, los árboles tenían copas altas, hacía un frío aterrador y no se veía ni un alma. Triste y sin ganas de volver, vagó por los campos nevados con gran pesadumbre por no haber hecho caso al viejo. En esto que estaba a punto de meterse en el hoyo para volver a casa cuando de repente se le apareció una jovencita de unos 16 años portando un caballo con pinchos en la cabeza. Intrigado, Hilerno le preguntó que donde estaba. La chica, lo único que hizo fue sonreirle, quitarse su pesado abrigo de piel, meterse en el hoyo... y el resto os lo podeis imaginar.

Resulta que una terrible guerra había esquilmado a los hombres de aquellas tierras y las mujeres habían entrado en un terrible frenesí copulador.

Entusiasmado con su nuevo descubrimiento, invitó a todos sus amigos a visitar aquellas tierras de frío suelo pero caliente alma. Así, todas las noches, cuando iban a la taberna, entraban a un nuevo agujero que conectaba con el anterior y escapaban de la tiranía de las mujeres para gozar de auténticos placeres.

Pero un día todo se fue al traste, y las mujeres siguieron a los hombres hasta sus madrigueras. Espantadas ante el hecho de ver a sus azadas labrando otros campos, les cogieron de las orejas, espantaron a las amantes con terribles aullidos y se los trajeron a casa.

Como muestra de su poder sobre el hombre, edificaron sobre el hueco un altar a Netonostía, la diosa de la mala leche femenina. Este altar, como dije hace un par de días, provocó un efecto venturi que creó un sifón, absorbiendo calor desde tierras turmódigas y llevándolo hasta el otro lado del mundo.

Como todo el mundo se pensó que aquello era castigo divino, nadie se atrevió a quitar a la diosa de su hoyo y poco a poco el clima frío fue matando la vegetación, convirtiendo en una estepa los frondosos bosques y endureciendo el corazón de los hombres de aquellas tierras.

Y así hasta nuestros días y quien sabe hasta cuando durará tal maldición...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Esta mañana he ido pronto a trabajar y, pese a ser agosto, el templo de metonhostia seguia haciendo de las suyas.

Así que cuando he llegado me he puesto a navegar entre artículos de la wikipedia ya borrados por no ser 'verídicos' y algún foro olvidado y he conseguido algo de información

Tras el fin de la guerra del 39, sabiendo que franco utilizaba la carcel de burgos por su frio, Hitler envió varios arqueologos para intentar reproducir el templo de metonhostia en alemania.

Algunos documentos reproducen fielmente algunas estatuas de fornidas lugareñas armadas con sartenes y rodillos pero no profundizan sobre ciertas inscripciones, ya que las indirectas de las seguidoras de metonhostia son muy retorcidas.

Lamentablemente los arquelogos dieron con el tunel original y nunca se supo más de ellos, Hitler los consideró traidores y muchos de sus documentos se perdieron