Tarama y Te-Lon

Cuentan que hace mucho tiempo, esta tierra era verde y cálida. Y esta horrible ciudad, un alegre pueblecito en la falda de una blanca montaña. La vida era sencilla, vivían de lo que el campo les daba. De vez en cuando comerciaban con localidades vecinas y rara vez algún extranjero pasaba por allí. Os contaré la historia de uno de esos extranjeros.

Un soleado día, unos granjeros encontraron a un explorador herido y lo llevaron a la cueva de Tarama, que era una especie de hechicera para los aldeanos de la zona. Ellos imploraban favores y si ella accedia les exigía un tributo. También se decía que los dioses la enviaron para proteger los bosques. El caso es que esta hermosa mujer acogió al joven Te-Lon (así se llamaba el explorador) y lo curó y cuidó durante varios meses.

Mientras se iba curando Te-Lon y Tarama se enamoraron y cuando este se curo ella no quiso que se fuera y le ofreció quedarse. Te-Lon aceptó, pues también quería quedarse y asi explorar los bosques y la montaña. Durante mucho tiempo disfrutaron juntos, pero llegó un momento en el que Te-Lon ya había visitado toda la zona y empezaba a notar que debía volver de donde había venido.

Así un día Te-Lon partió a explorar otros lugares, y aunque prometió volver de vez en cuando, Tarama no quedo contenta. Haciendo uso de su poder, cambió el tiempo de tal manera que nevaba en verano, llovía cuando quería, y el viento soplaba tanto que un sombrero podía dar dos vueltas al planeta en un mismo día, esperando así que Te-Lon volviera cansado y mojado a casa y se le acabaran las ganas de explorar por ahí.

Pero Te-Lon, conocedor del origen de la metereología, se aferró a su bastón y continuó hasta que salió de la zona de influencia de Tarama y decidió no volver hasta que el tiempo se calmara. Craso error. Pues la mujer al no verlo volver se enfadó aún más y no hay nada más poderoso comparado a las tormentas de una mujer despechada. Y así los verdes pastos acabaron siendo un pantano infecto y los hermosos pinares densas junglas llenas de peligrosas fieras. Los granjeros abandonaron sus tierras de labranza y se dedicaron a la tala indiscriminada y luego a la industria... pero eso es otra historia.

Varios de los granjeros más valientes intentaron subir a la montaña para visitar la cueva y aplacar la ira de Tarama, pero nunca se supo nada más de ellos. Así que enviaron emisarios para buscar al que creian único capaz de calmarla: Te-Lon.

Te-Lon necesitó de toda su habilidad para atravesar los pantanos y la jungla, llena de criaturas horrendas creadas por la atormentada mente de la bruja (es como empezaron a llamarla los campesinos), como el ligre (un gato muy grande y muy feo), o el oso rosa con cabeza de dragón alado de fuerza +15 (entre otros). Finalmente, escaló los riscos y acampó en un antíguo nido de una figüeña (con patas de conejo y cabeza de cabra).

Mientras descansaba, meditó sobre lo que podía haberle ocurrido a su amada, pues los campesinos nada sabían de las causas de este mal. Llegó a la conclusión que un ser maligno había suplantado o poseido a Tarama y se había hecho con el control del bosque.

Por la mañana se dispuso a darle caza y rastreó a la zona, hasta que encontro una criatura cazando en medio del pantano. Tensó su arco pero pronto se dió cuenta que la greñuda criatura era en realidad Tarama, desmejorada por tanto enfado. Conmovido bajo su arma. Ella también lo reconoció, pero ciega de rabia lo degolló con sus garras afiladas y tiró el cadaver al pantano.

Nunca se supo nada más sobre ella, pero cuando el viento sopla en esta ciudad, trae una voz cruel y los ancianos cuentan que es ella que aún sigue enfadada.

Escrita por Palver, corregida, previamente censurada y publicada por Protion9.