miércoles, febrero 14, 2007

El teniente Burgermeister (y IV)

El teniente Burgermeister (I)
El teniente Burgermeister (II)
El teniente Burgermeister (III)

Despues de vagar durante varias horas desnudo por las callejuelas de Alejandría, nuestro heroe pudo hacerse con las ropas tendidas en lo alto de un balcón. Lo cual casi le cuesta otro disgusto, puesto que Sander, todavía ebrio, no tuvo otra idea que ponerse a cortejar a la mujer del dueño de la casa, lo que casi le cuesta perder sus atributos masculinos. Cuando el marido se dio cuenta de la presencia de aquel extraño en su habitación cogió una cimitarra y fue presto a cortarle algo más que el pelo. Ante el susto de la esposa, ésta empujó sin querer a Burgermeister por la ventana, cayendo a un aljibe lleno de agua. Buceando llegó hasta otra cisterna más apartada y de allí escapo a toda prisa, ahora más cuerdo.

Pero por aquella época, las ciudades eran bastante más peligrosas que ahora y decenas de espías y contraespías tenían oídos hasta en las piedras de los caminos. Cuando uno de ellos, un agente inglés, escuchó que había habido disturbios en el zoco y que los lugareños aseguraban que habían sido causados por un alemán, no dudó ni un momento en que el hombre que acababa de pasar por sus narices era ese mismo hombre. Se dió la alerta a todas las unidades del barrio viejo de la ciudad y Burgermeiste quedó encerrado en una ratonera. Sonaron cuatro balazos, pero nuestro hombre escapó de la muerte gracias a las sombras de la noche. Respondió Burgermeister con su luger y abatió a dos hombres, pero sabía que todo estaba perdido... o no.

Dos Messerchmitt y un Fiat aparecieron por el horizonte tiroteando a diestra y siniestra. ¡Los italianos aliados están atacando Egipto! Burgermeiste aprovechó para desacerse de sus enemigos ocultandose tras el humo de las explosiones y trepando por los balcones y fachadas alejandrinas. El caos reina por toda la ciudad., las sirenas antiaereas, despiertan a la ciudad antes de que lo hagan los minaretes. Sin munición y sólamente con su alfanje, Sander no tiene más remedio que entrar a las casas y luchar cuerpo a cuerpo, evitando a la vez el zumbido de stukas y el motor BMW de los Bf-109. Se supone que no hay tropas alemanas en Egipto y que todo es territorio enemigo.


Desesperado por el destino de su querida Aisha, Sander busca en todos los rincones de la ciudad alguna señal suya. Pero nada, es imposible. Finalmente opta por subirse a una de las altas torres de una mezquita de la ciudad. Y... ¡suerte! A lo lejos puede ver que el campamento bereber está a las afueras de la ciudad y que por ahora no corre riesgo su bella amada. Raudo y veloz como una bala, se dirige a su encuentro. Camuflado por las sombras de la noche y entre el caos reinante nadie se fija en la pobre presencia de un mendigo de su calaña. Al alba llega al campamento y a los pocos minutos con todos los bártulos levantados se adentran en el desierto huyendo de una guerra que ni les va ni les viene. En esos momentos de descansp, por fin sander y Aisha se pudieron reunir. Éste le mostro la bella rosa del desierto que la consiguió, ante la atónita mirada de los pretendientes de la princesa, que no pudieron hacer otra cosa que resignarse y dejar que el padre concediera la mano de su hija al alemán.

A los pocos meses, una vez que llegaron a la base principal del ejército aleman. Rommel condecoró a Burgermeister por sus hazañas y éste se volvió a enrolar en el ejército. Días más difíciles comenzaron entonces. Sander tuvo que separarse de Aisha cuando las tropas nazis fueron derrotadas en África y peor fue aun cuando ,tras el desembarco de Normandía y el atentado contra Hitler, Rommel se suicidó. El pelotón de Burgermeister, amigos intimos de Rommel, quedaron totalmente desmoralizados por la pérdida de su lider. La mayoría se entregó a manos de los americanos, Burgermeister optó por regresar a Marruecos, lugar donde habitaba ahora su esposa. Traspasando los pirineos antes de que se perdiese Francia, Sander recorrió toda España hasta Cartagena y de ahí embarcó en un pesquero hasta Tetuán, bajo dominio español.

La guerra estaba perdida, Hitler había muerto y los sovieticos habían tomado Berlín. Pero todo aquello no le importaba a Burgermeister. él ya era feliz fumando con su pipa de agua y bebiendo dulce miel. Por si acaso, optó por cambiarse nombre y apellidos, pues ya se oian noticias de una futura guerra entre Stalin y Alemania occidental. Desde su ventana podía contemplar el ancho mar de arena y desde su balcon, el bravo mar. Ahora el y su mujer era una importante familia de grandes recursos financieros, pues amigos, las rosas del desierto de diamante... no crecen en los árboles.

-FIN-

2 comentarios:

Anónimo dijo...

mis mas sinceras felicitaciones!ha sido una de las mejores historias k he leido en muxo tiempo!ademas creo q te sientes identificado con el personaje en algunas cosas verdad?espero k sigas escribiendo mas historias con las k deleitarnos. un beso ct

Protion9 dijo...

Últimamente vas a ver esto un poco sequito, que ya sabes que me tienen estresados los tiranos de la facultad, pero bueno, así te da tiempo a leer algún cuento por ahí perdido.

Me alegro de que te haya gustado, esperemos que el teniente vuelva dentro de poco, jejeje.

Saludos!