domingo, diciembre 24, 2006

La más feliz de las Navidades de Endobucia

De los más bellos cuentos de Navidad jamás contados, me llaman la atención los hechos acaecidos en un pequeño pueblo de Kansas, provincia de Murcia.

Sin más dilación, paso a narrarlo.

Endebucia era un niño muy pobre muy pobre. No tenía amigos, ni padres ni familiar alguno. Lo único que tenía era un libro que encontró en el cadaver de un mendigo y que narraba la historia de otro niño de su edad al que se le apareción nuestro Señor Jesucristo (¡Alabado sea el Señor!). Animado por aquella historia, Endebucia se propuso buscar un monasterio para habitar en él y así que con suerte algún milagro le salpicase y pudiera ser dichoso de por vida.

Anduvo y anduvo y los días pasaban y pasaban. Hacía un frío terrible. Estabamos a finales de diciembre, los árboles estaban ya totalmente sin hojas, dando un espectáculo siniestro y malo malote. Asustado por los aullidos de los lobos, corrió a refugiarse a una pequeña choza en medio de la estepa murciana.

El lugar estaba vacío, pero aun así había provisiones suficientes para pasar un par de días. Además, en un rincón había leña seca de sarmiento y la chimenea estaba totalmente limpia. Endobucia encendió fuego y comenzó a asar unas castañas, a la vez que abrió una pequeña barrica de contenido insospechado, que a la tenue luz del hogar parecía vino tinto.

Para entretenterse, nuestro amiguito descolgó un pequeño laud y se puso a cantar villancicos para gloria de nuestro Señor (¡Alabado sea el Señor). En esto que estaba cantando una canción sobre el portal de Belén cuando empezaron a crepitar las ramitas de la hoguera. Y de estas pequeñas chispitas comenzaron a eclosionar pequeños seres con cuernecillos que danzaban y danzaban alegres. Y Endebucia, al principio asustado, pero ya más calmado siguió tocando alegres canciones. Y cada vez que terminaba una canción comenzaba otra, a cada cual más mundana para disfrute de sus invitados.

Y a un golpe de viento la puerta se abrió, y por ella pasó una bella dama acompañada de pequeños faunos de peludas patas. Éstos derramaron a su paso un manto de hierba cálida y todos juntos se sentaron alrededor del fuego y siguieron cantando. Y la ninfa enamorada de aquella música comenzo a dar palmas animando más aun la fiesta.

Pero por desgracia no todo el mundo estaba contento. Resulta que aquella casa era en realidad el hogar del cura de los pueblos de alrededor. Al llegar y ver aquella fiesta de depravación y paganismo maldijo a todos los de allí dentro, cogió una antorcha y prendió fuego a la casa a la vez que rezaba plegarias. No solo no acabó con la vida de nuestros amigos, sino que el fuego se volvió en su contra y prendió su sotana de tal forma que se iba consumiendo poquito a poquito, pero lo suficiente como para que le diese tiempo a salir huyendo y zambullirse en el cercano lago helado, donde pereció congelado.

Al alba, cuando todos estaban cansados y el fuego se apagaba, la gran señora hada le regaló a Endobucia una pequeña bolsita con dos monedas de oro. Le dijo que caminase hasta el pueblo más cercano de la frontera y que plantase las dos monedas. De ellas saldría un granado y de cada granada saldrían cientos de monedas de oro para que fuese rico de por vida. También le deseo salud y amor. Endebucia a su vez, la prometió que todos los años, el 25 de diciembre, volvería a aquella casa y celebraría una vez más que el año acababa y uno nuevo comenzaba.

Y así fue hasta que nuestro amigo descansó en paz, rodeado de los suyos y con su gran dama cogiendole de la mano hasta llegar a un lugar mejor.

4 comentarios:

Protion9 dijo...

Ya tienes tu cuento Sdan, a ver si te gusta.

:P

SDAN187 dijo...

¡Me ha encantado!

El punto anticlerical y báquico es estupendo...

Anónimo dijo...

esta fenomenal!cada dia escribes mejor!gracias x este regalito de navidad. muy original.FELIZ NAVIDAD A TODOS!CT

Protion9 dijo...

Me alegra que haya sido de vuestro agrado, hacía muchísimo que no escribía uno original... ay, maldita ingenieria cuadriculacabezas...

¡Saludos!