El sudor empezaba a acumularse como ríos de agua salada y comenzó a bajar hacia la zona pélvica del pobre Joony, aumentando así su carga genital en un 200%. Las pobres mormonas ya no sabían que hacer, constantemente se santiguaban, besaban la Biblia y atusaban sus crucifijos mientras seguían soportando aquella escena luciferina, como prueba de negación al Diablo.
De repente una de ellas empezó a gritar poseída. Su compañera, incapaz de pararla optó por huir por las escaleras mientras que al arrancarse la camisa blanca de cuajo, mostraba sus níveos pechos por toda la calle.
Por suerte, un amigo mormón que pasaba por ahí pudo percatarse de toda la historia, con su poderoso brazo de jugador de fútbol americano arrancó una seña del ceda el paso y corrío raudo y veloz al encuentro de su otra churri. Con un poderoso movimiento de su poderoso brazo logró despegarla cual crepe del hinchado paquete de Joony.
Todos cerraron las puertas de su corazón y nadie volvió a hablar del tema.
-FIN-
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