Había una vez, en un pequeño pueblecito de Lusitania, una niña llamada Pomorcia. Pomorcia era dueña de un perrito al que queria mucho. Pero aquel perrito se hacia viejo y no le daba cachorrillos. ASi que un dia, cogio al pobre perrito de sus partes nobles y lo arrastro por todo el pueblo yendo de granja en granja, intentando que realizara sus actos impuros con todos los animalitos q pudiera. El pobre perrito no aguantó y se secó.
Sus padres quisieron encontrarle otro, ya que por aquellos lugares todo estaba lleno de basura en descomposicion y no era dificil encontrar perros rebuscando entre los desperdicios. Ese dia tuvieron mala suerte, todos los perritos fueron muertos por el señor Gaputov, que necesitaba las pieles para el abrigo de bodas de su señora, asi que tuvieron que conformarse con un hamster gordo y baboso. Debia medir al menos medio metro y como sabian que su hija era bastante estupida no dudaron en atarlo a la furgoneta y arrastrarlo hasta casa. En efecto, la niña no se dio cuenta de que aquello no era un perrito y se ilusiono muchisimo. Le tiraba palitos, le daba de comer huesos y le bañaba todos los dias a pesar de que sabia q a los pocos minutos volveria ese espantoso olor corporal de aquel roedor inmundo. Pero un dia todo cambio.
Pomorcia empezo a descubrir que su perrito tampoco podia tener cachorritos y se puso triste. Pensaba que era porq las perritas de su pueblo no estaban preparadas para aquel viril podenco y huyo de casa con el animal, en busca de hembras en celo. No volvio, una mañana entre los trigales el pobre hamster fue capturado por un gorrion que lo devoro sin que Pomorcia pudiera hacer algo al respecto. De la desdicha, Pomorcia huyo para siempre, buscando un lugar donde sentir de nuevo el cariño y calor de un amigo.
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