El intrincado viaje de Espretes. (redifusión)

Espretes era un pobre niño incapaz de hablar. Su único modo de comunicarse con el mundo era mediante unos desdichados gemiditos y asquerosos gruñidos. Un dia su madre, harta ya de tanto chillidito se amargó tanto que le propino una gran paliza y le arrojó por el pozo de su casa, esperando que se callase de una vez.

Al principio, Espretes pensó que su familia bajaría a por el, pero cuando pasaron ya dos dias, Espretes se dio cuenta de que estaba solo y que nadie se preocupaba por el. Cuando el alimento, que consistia en nutritivas ratas ahogadas, empezó a escasear. Espretes, temeroso por su vida comenzo a pensar el modo de salir de aquel humedo, oscuro y blandito lugar. Cogió sus fundas dentales y empezo a esculpir una escalerita en la roca con sus dientes. Dio la casualidad de que aquellas rocas estaban cubiertas de un hongo muy nutritivo y cada vez que Espretes roía la pared adquiría mayor fuerza y escavaba mas rapido la roca. Así que al cabo de cinco años consiguio llegar a la tapa del pozo.

Con sus poderosos brazos la abrió y descubrió que aquel lugar habia cambiado mucho en tanto tiempo. La casa estaba llena de fotos de gente que no conocía de nada y los muebles y la decoración era totalmente diferente a su antiguo hogar. Espretes pululó por toda la casa con una agónica sensación de que aquello no era su mundo cuando en de repente se encontro con una jovencita muy guapa ella. Ésta, cohibida, le preguntó que quien era el y Espretes, ahora con unas mandibulas fortalecidas de comer piedras, la contó su terrible historia con voz viril.

Entusiasmada la jovencita con su nuevo amiguito, se lo presento a sus demas coleguillas y aquella noche celebraron una fiesta en honor del niño del pozo. Y bebieron y se amaron hasta altas horas de la noche en el deposito de aguas. Aquel día Espretes aprendió que no todos los lugares humedos y oscuros tienen por que ser desagradables.