sábado, agosto 19, 2006

Esgrepete y el muñeco siniestro

No hace mucho tiempo, vivía en Jranada un niño llamado Esgrepete. Nuestro nuevo amiguito era muy conocido en su barrio por ser el niño más lindo de todos los niños habidos y por haber. Pero tenía un problema, tenía los ojos del reves y eso le hacía repulsivo a la vista de cualquier buen hombre.

Un día, caminando por la calle como cualquier niño que no era tan lindo como él, se encontró tirado cerca de un contenedor un muñeco de retorcidas formas. Extrañado por su apariencia, Esgrepete lo recogió con cuidado y se puso a lamerle para limpiarlo. Cuando comprobó que por mucho limpiarlo no mejoraría su imagen, decidió llevarselo a casa para asustar a sus amiguitos.

Según iban pasando los días, el muñeco empezó a tener un color más saludable. Esgrepete estaba anodadado. No entendía cientificamente lo que estaba pasando, así que se fue a visitar al cura para que se lo explicase desde un punto más cristiano. Despues de satisfacer al párroco, este aceptó escucharle. Esgrepete le contó fascinado como su muñeco iba mejorando de aspecto día a día y que el se sentía cada vez más atraído por aquel pequeño engendro. El cura, impaciente por conocer los secretos de ese muñeco, le comento a nuestro querido amiguito que se lo trajese para inspeccionarle más a fondo como a el le gustaba hacer con los monaguillos.

Esgrepete aceptó encantado y a la semana siguiente le trajo el muñeco a la iglesia. El cura, reconociendo de que trataba aquel muñeco le pidió por favor que se lo dejara como muestra de los milagros de nuestro señor Jesucristo (alabado sea en toda su gloria, amén).

Con su nuevo muñeco, se dirigió al convento de las monjas caramelitas. Sabía que estarían encantadas de su nuevo objeto milagroso y sabrían agradecerselo. Y así pasaron semanas y semanas, encantados todos, viendo como el muñequito iba transformandose en un ser más y más bello. Lo que no notaron era que mientras el muñeco embellecía, ellos se iban convirtiendo en seres más y más deformes. Los niños ya ni se atrevían a tirar piedras a las ventanas del convento y la gente dejo de ir a misa con tal de no ver al cura deforme.

Así Esgrepete comprendió que aquel muñeco tenía la asombrosa capacidad de variar su presencia absorbiendo la libido del mundo, entonces pensó en Cristo (¡Venga tu reino!, ¡alabada sea tu bondad tanto en la tierra como en el cielo!) y vió similitudes con Él. Así que dejó de abusar del muñeco y preparó su plan.

Desde entonces, los paisanos de Jranada adoraron al muñequito con todas sus fuerzas y depositaron su fe, quedando todos horriblemente deformes. Y así Esgrepete, siendo hermoso como era, pudo cepillarse a todas las turistas que venían a Jranada, ciudad de vacaciones.

-Fin-

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Esgrepete ¿el lindo niño repulsivo?
¡Pero este se sale Protion, es algo prodigioso!
jajajajajajajaj
Me gusta más que el de la Mambrucia
Un bico

Protion9 dijo...

Pues rosa, para mi este es de los más rancios que he escrito. No hay por donde cogerlo, jajajaj.

Si quieres leer los antiguos entra en el otro blog y da en Categorías a Historias de la Taberna del estrofio, ahí están todos catalogados, jejeje. Eran otros tiempos, tenía más inspiración :D

Anónimo dijo...

Jajaja. ¿Y este cuento tiene moraleja? Creo que es bueno, pero no sabría decirte por qué, ¿por su crítica religiosa?. ¿Qué pasó con los ojos de Esgrepete? ¿Dejó de ser repulsivo al dejar de abusar del muñeco?..Muchas preguntas estoy haciendo, será que no he captado la idea. O a lo mejor es que tienes que tomarte unas vacaciones en breve. Jranada me han dicho que está muy bien. Un besote!!
21 agosto 2:02

Protion9 dijo...

Que alegría y que alboroto! Cuanto tiempo sin saber de tí. ¿Que tal te fue el proyecto?

El cuento la verdad es que es lastimoso. Uno de los peores, me avergüenzo de mi mismo, jajajaja. He perdido práctica con esto de vaguear en verano. Por cierto, este espacio también empieza a dar un poco pena, pasate si quieres mejor por http://protion9.blogspot.com que tiene más imagenes y es más bonito, jajaja.

Venga, un beso!